El anuncio del Ángel a
los pastores: “Hoy os ha nacido en ciudad
de David un Salvador, que es el Cristo Señor” (Lc. 2, 11). Han pasado dos
mil años, pero la Persona de Jesús y su misión están vivas.
Siempre ha habido un gran interés por conocer a Jesús: “Queremos ver a Jesús” (Jn. 12, 21),
piden algunos griegos al apóstol
Felipe. Los hombres de hoy también
piden lo mismo.
¿Qué les podemos dar? Naturalmente les daremos al Jesús de
las Sagradas Escrituras y de la Eucaristía. Los evangelistas, iluminados por el
Espíritu Santo, nos han dejado gracias a
su fe, la huella de Cristo en la tierra.
Y, ¿qué nos dicen?
- Nos hablan de su nacimiento virginal.
- De su amplio periodo de vida oculta, 30 años en Nazaret.
- De su religiosidad: peregrinaciones a Jerusalén por la
Pascua; acudiendo habitualmente a la sinagoga; orando frecuentemente en lugares
solitarios: el monte, el campo,…
- De su Bautismo en el Jordán.
- Del llamamiento a los primeros discípulos.
- Y del inicio y desarrollo de su predicación por ciudades,
pueblos y aldeas. “Se fue Jesús al monte de los Olivos, pero de mañana otra vez
volvió al templo, y todo el pueblo venía a Él, y, sentado, los enseñaba” (Jn.
8, 1-2)
LA PREDICACIÓN de
JESÚS.
Una predicación en la que procura resaltar:
Que en el Reino se entra por la puerta estrecha. Importancia
del esfuerzo y la lucha, puesto que el plan es exigente.
El amor a todos, también a los enemigos.
Que hay que obrar siempre con misericordia: El hijo pródigo;
la mujer de vida licenciosa; la adúltera, el buen ladrón…
Que le corazón humano tiene que ser sensible y estar con el
que sufre: curaciones, curaciones, …
Que la vida cristiana se debe encaminar según las
Bienaventuranzas.
Que la ley de los Mandamientos continúa y continuará vigente.
Que Dios es un Padre providente que cuida más y mejor de sus
hijos que de los pájaros o de los lirios del campo.
El camino de la virtud y del bien con parábolas maravillosas:
el sembrador, la cizaña, el fermento, el tesoro y la perla…
Que ha venido a traer fuego a la tierra y desea que arda.
Que tiene que pasar por un duro camino, su Pasión, para
redimirnos.
Por fin nos dirá: “Yo
soy la luz del mundo; el que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá luz
de vida” (Jn 8, 12). Efectivamente,
“Por haber sido hecho a imagen de Dios,
el ser humano tiene la dignidad de persona y es llamado por la gracia, a una
alianza con su Creador” (CEC. Catecismo de la Iglesia Católica 357). ¿Cómo? Practicando las virtudes de fe,
esperanza y caridad en cada momento de nuestra vida.
En su predicación, también nos enseña a hacer oración y
compone el Padrenuestro para delicia de nuestra vida cristiana.
LA VIDA DE JESÚS ESTUVO
LLENA DE GESTOS Y ACTUACIONES. Veamos algunas.
Institución de la Eucaristía.
Las pescas milagrosas.
Los milagros sociales: En la boda de Caná, conversión del
agua en vino.
Cultiva la amistad con sus amigos: Zaqueo, Nicodemo, José de
Arimatea,…
El lavatorio de los pies.
LAS SORPRESAS DE
CRISTO.
Perdona pecados a un paralítico.
Anda sobre las aguas. Pide a Zaqueo (un gran pecador) que le hospede en
su casa. A la Verónica le entrega la imagen de su cara. El Buen ladrón pide.
Cristo le da más.
Con la Ascensión, ¿se terminaron las sorpresas de Cristo?
NO. Ahí están las que dio a Sta,.
Teresa; a Sta. María Faustina Kowalska; S. Ignacio de Loyola; a cientos de miles
de ciudadanos corrientes.
UNIÓN CON EL PADRE.
Relación íntima con Dios, como Hijo suyo. “Mi doctrina no es mía, sino del que me ha
enviado”. (Jn. 7, 16).
“El que me envió está
conmigo; no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que es de su agrado”. (Jn.
8, 29)
SU PASIÓN.
La primera escena nos presenta la agonía en Getsemaní y nos
ofrece una idea de la intensidad de lo que va a ocurrir. Siguen las escenas de toda
su Pasión.
- Todo culminará con un grito de Jesús en la Cruz: “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?”
- Ve con perfecta claridad la gravedad
del pecado y sufre por esto.
- Jesús sufre en su
Cuerpo, pero más, mucho más, sufre su alma.
SU RESURRECCIÓN.
La Resurrección fue la respuesta del Padre a la obediencia de
Cristo.
No fue fácil creer. Los apóstoles no creen a las mujeres. Los
de Emaús, creen después de escuchar largamente sus palabras y verle partir el
pan. El “divino Caminante un día se puso al lado de estos dos discípulos para
abriles los ojos a la luz y el corazón a la esperanza” (Juan Pablo. Ecclesia de
Eucharistía, nº 59). Tomás creyó después de ver sus heridas. Por fin, Pedro,
después de la pesca milagrosa en el mar de Tiberiades, pronunciará: “Señor, tú sabes todo, tú sabes que te
quiero” (Jn. K21, 15-17).
Y es que a Jesús solamente se llega por la fe.
EL CRISTIANO CON
CRISTO.
Nos llega la fe por “la
comprensión de las palabras divinas que crece por su reiterada lectura”.
(CEC. San Gregorio Magno). “La fe es la
respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él, dando al mismo
tiempo una luz sobrenatural al hombre que busca el sentido último de su vida”
(CEC. 26). “Los que por la fe y el
Bautismo pertenecen a Cristo deben confesar su fe bautismal delante de los
hombres” (CEC. 14).
Con Cristo estamos en la verdad. Estar con Él, es lo más
definitivo que existe. Él, es el único que ha podido hacer presente a Dios en
el mundo.
RELACIÓN CON DIOS.
No puede ser una relación como miembro de una muchedumbre. La
relación que Dios quiere, es una relación de individualidad, que solamente se
consigue mediante la oración mental. Sta. Teresa incurrió en ese error cuando
un día comenzó a serle infiel en la oración.
“El Misterio de la fe
exige que los fieles crean en él, lo celebren y vivan de él en una relación
viviente y personal con Dios vivo y verdadero. Esta relación es la oración”
(CEC. 2558).
(Datos según la Carta
Apostólica ”Novo Millennio Ineunte”, del 6 de enero de 2001).
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