ACTITUDES DEL PROFESOR DE PRIMARIA EN EL AULA.
1.
El comienzo y el final de las clases.
El profesor da ejemplo de puntualidad al comenzar y al terminar la clase.
Exige que estén en silencio, con el material de la asignatura preparado y correctamente colocados en su sitio.
Pone puntos a los alumnos destacados en conducta.
A ser posible, enuncia al principio qué actividades va a desarrollar durante la sesión: corrección de tareas, explicación, ejercicios en el cuaderno, lectura, etc. En ese momento se inicia la motivación ilusionante de los alumnos, algo que siempre debe preparar el profesor antes de entrar a dar clase.
Utiliza los cinco últimos minutos para cumplir encargos y preparar el material de la sesión siguiente.
2.
El desarrollo de la clase: La explicación del profesor.
2.1.
El profesor buscará
siempre en sus explicaciones la claridad, la sencillez y el orden para
facilitar a los alumnos el correcto aprendizaje de los conocimientos. Las
explicaciones del profesor son más asequibles y eficaces si estimula la
participación de los alumnos.
2.2.
En los primeros años no
debe sobrepasar los siete minutos ya que es difícil mantener la atención de los
niños durante más tiempo: en 5º y en 6º, desde el primer trimestre, pueden ser
ya períodos de 15 min. , pasado ese tiempo conviene alternarlas con técnicas
motivadoras y con técnicas de aprendizaje algunas de las cuales se detallan a
continuación:
Actividades manuales: dibujar, recortar, colorear, etc.
Lecturas
silenciosas y dirigidas.
Elaboración de mapas, esquemas, cuadros sinópticos, mapas conceptuales, etc.
Salidas a la pizarra con el objetivo de estimular al alumno y darle confianza en sí mismo.
3.
El desarrollo de la clase: el trabajo individual de los alumnos.
3.1.
Antes de que inicien un
trabajo en el cuaderno, recordarles que tiene que ser un trabajo de
mucha calidad: fecha, márgenes, limpieza, orden y completo en el tiempo que se
ha marcado.
3.2.
Mientras trabajan los
alumnos el profesor puede pasear entre las mesas, animando, corrigiendo,
aclarando, proponiendo puntos de mejora.
3.3.
En ocasiones, con los más
pequeños, aprovechará para llamar a los alumnos a su mesa y leerá
personalmente con ellos, uno a uno.
3.4.
Cuando el trabajo de los
alumnos suponga tomar al dictado lo que les va diciendo el profesor, si no son
ejercicios de habilidad ortográfica, convendrá facilitarles la ortografía y la
puntuación, sea la asignatura que sea; el recordar con frecuencia esas normas y
leyes, permitirá que las retengan de manera progresiva con una mayor facilidad.
Además, la velocidad de dictado ha de ser la justa para que no “maltraten” la
caligrafía, algo muy importante sobre todo en los cursos superiores.
3.5.
No olvidar poner positivos
a los que trabajan con interés, y a veces negativo a los que habitualmente no
trabajan.
3.6.
Nunca deben proponerse
muchos ejercicios a la vez en la pizarra. Siempre hay que corregirlos y luego
comprobar que han copiado bien en el cuaderno la resolución y los resultados.
4.
Tres cosas que no podemos
olvidar.
4.1.
Los elogios, en público;
las rectificaciones, de manera individual.
4.2.
Siempre llamar a los
alumnos por su nombre y no por el apellido y no permitir que los compañeros lo
hagan de otra manera.
4.3.
Los gritos a los alumnos
no son educativos y además, les bloquean. El profesor debe dar ejemplo de
serenidad, buenos modos y educación.
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