Los novios
se preocupan demasiado del banquete y poco de prepararse: lo dicen el Papa y
los obispos.
“La preparación próxima al matrimonio tiende a concentrarse
en las invitaciones, la vestimenta, la fiesta y los innumerables detalles que
consumen tanto el presupuesto como las energías y la alegría”.
“Los novios llegan agobiados y agotados al casamiento, en
lugar de dedicar las mejores fuerzas a prepararse como pareja para el gran paso
que van a dar juntos”.
Estas frases figuran en el mensaje de los obispos españoles
para la Jornada de la Sagrada Familia de 2016. Pero las frases no son suyas,
sino de la exhortación "Amoris Laetitia" del Papa Francisco.
Los obispos de la subdelegación de familia (Iceta, de Bilbao;
Gil Hellín, de Burgos; Reig Pla, de Alcalá; Melgar, de Ciudad Real; Mazuelos,
de Jerez; Escribano, de Logroño, y Aznárez, auxiliar en Pamplona) comparten ese
diagnóstico.
Los festejos sociales para casarse se desean tan ostentosos y
amplios que muchas veces los enamorados desisten en casarse: no porque no crean
en el amor matrimonial, sino porque la fiesta social les desanima con sus
costes.
Ante esta situación los obispos consideran “urgente”
presentar de manera renovada “la profundidad, centralidad e importancia
decisiva” de contraer matrimonio y ofrecer una adecuada formación a los
seminaristas, sacerdotes y agentes de pastoral familiar, pero especialmente a
los novios, quienes son “protagonistas de la apasionante aventura de responder
generosamente a la vocación matrimonial”.
En esta propuesta los obispos piden que se acompañe a los
novios durante el noviazgo pero también de manera especial en los primeros años
después de la boda.
Los obispos también son conscientes de las dificultades que
afrontan los jóvenes a la hora de decidir casarse como son “la falta de una
vivienda digna o adecuada; la falta de derechos de los niños; la necesidad de
mejorar la conciliación laboral y familiar; la dificultad de apreciar el don
inmenso que supone toda vida humana o la búsqueda obsesiva de placer”.
Como respuesta a estas dificultades desde la Subcomisión de
Familia y Vida invitan a las familias a acoger a quienes corren el riesgo de
ser descartados o «caer en las orillas de la marginación y la exclusión” como
pueden ser las madres adolescentes o solteras, los niños sin padres o personas
con discapacidad.
En su carta los obispos también apuntan al “ritmo frenético
de la sociedad” como uno de los problemas que afrontan los matrimonios ya que
en muchas ocasiones, según apuntan, “falta tiempo para dialogar, para abrazarse
sin prisa, para compartir proyectos, para escucharse, para mirarse, para
valorarse, para fortalecer la relación. A veces, el problema es el ritmo
frenético de la sociedad, o los tiempos que imponen los compromisos laborales”.
Ante las épocas de crisis que afrontan los matrimonios,
consecuencia de la propia convivencia, de los hijos, de dificultades económicas
o afectivas aconsejan un “acompañamiento personalizado y paciente por parte de
la Iglesia”.
Publicado en “Religión en Libertad” el 30 de noviembre de
2016.
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