En su carta semanal, el arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús
Sanz Montes, habla de las cosas buenas que ofrece internet y las nuevas
tecnologías y para ello comparte con todos sus fieles una bonita historia de un
escritor húngaro que tiene como protagonistas a dos bebés gemelos que están
todavía en el vientre de su madre. El diálogo entre ellos es el mismo que
tantos millones de seres humanos se hacen sobre Dios y la eternidad. Acaba
explicando qué es Dios y a su vez con una fina ironía muestra los argumentos de
los que no creen en nada.
Esta es la carta del arzobispo Sanz Montes publicada en la
web de la Diócesis de Oviedo: Diálogos intrauterinos.
Hace unos días yo recibí un correo electrónico de alguien
conocido y apreciado. Me mandaba algo que “había pescado” en la red. Y lo quiso
compartir conmigo. Me pareció tan bello, tan simpático y tan inteligente, que
lo quiero también yo compartir. Se trata del diálogo de dos bebés gemelos que
esperan en el seno de su mamá el día del nacimiento. Ellos hablan de ese día
alumbrador, pero su ingenioso debate es el mismo debate que nos hacemos sobre
Dios o la eternidad. Helo aquí:
«En el vientre de una mamá había dos bebés. Uno preguntó al
otro: –¿Tu crees en la vida después del parto?
El otro respondió: –“Claro que sí. Tiene que haber algo
después del parto. Tal vez estamos aquí para prepararnos para lo que vendrá más
tarde”.
–“Tonterías”, dice el primero. “No hay vida después del
parto. ¿Qué clase de vida sería esa?”.
El segundo dice: –“No lo sé, pero habrá más luz que la hay
aquí. Tal vez podremos caminar con nuestras propias piernas y comer con
nuestras bocas. Tal vez tendremos otros sentidos, que no podemos entender
ahora”.
El primero contestó: –“Eso es un absurdo. Caminar es imposible.
Y ¿comer con la boca?¡Ridículo! El cordón umbilical nos nutre y nos da todo lo
demás que necesitamos. El cordón umbilical es demasiado corto. La vida después
del parto es imposible”. El segundo insistió: –“Bueno, yo pienso que hay algo y
tal vez sea diferente de lo que hay aquí. Tal vez ya no necesitemos de este
tubo físico”.
El primero contesto: –“Tonterías. Además, de haber realmente
vida después del parto, entonces ¿por qué nadie jamás regresó de allá? El parto
es el fin de la vida y en el post parto no hay nada más allá de lo oscuro,
silencio y olvido. Él no nos llevará a ningún lugar.
–“Bueno, yo no lo sé”, dice el segundo “pero con seguridad
vamos a encontrarnos con Mamá y ella nos cuidará”.
El primero respondió: –“Mamá… ¿tu realmente crees en Mamá?
Eso es ridículo. Si Mamá existe, entonces, ¿dónde está ella ahora?”.
El segundo dice: –“Ella está alrededor nuestro. Estamos
cercados por ella. De ella, nosotros somos. Es en ella que vivimos. Sin Ella,
este mundo no sería y no podría existir”.
Dice el primero: –“Bueno, yo no puedo verla, entonces, es
lógico que ella no existe”. El segundo le responde a eso: –“A veces, cuando tú
estás en silencio si te concentras y realmente escuchas, tu podrás percibir su
presencia y escuchar su voz amorosa allá arriba”».
Su autor es un escritor húngaro. Es una preciosa manera de
explicar a Dios y la eternidad con la misma lucidez o el mismo absurdo de
tantos de nuestros argumentos y conversaciones. Tiene toda la ironía que deja a
la intemperie a quienes creen firmemente que no creen en nada ni en nadie.
Pero, se sepa o no, se acepte o no, no podemos dejar de esperar a Dios, y Él
viene a nuestro encuentro.
+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm 9
de diciembre de 2016.
Arzobispo de
Oviedo
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