Durante muchas décadas la enseñanza y el aprendizaje han
tenido un objetivo esencial: obtener respuestas adecuadas de los alumnos. Se ha
enseñado la gramática o los ríos, o bien los mamíferos, para que unos días
después, los alumnos respondiesen a unas cuestiones que se le presentaban sobre
la enseñanza impartida. Si las respuestas eran correctas, se entendía que el
alumno aprendía bien.
En las
últimas décadas surge un nuevo movimiento en psicopedagogía que propugna el
desarrollo cognitivo para el aprendizaje.
De un
aprendizaje por estímulo-respuesta (conductismo) se pasa a un aprendizaje
significativo (cognición). En la década 70-80 se centran los estudios en dos
importantes aspectos:
A. Interés por nuevas formas de aprender. Los alumnos deben
pensar: aprendizaje significativo.
B. Nuevo concepto de la inteligencia. Antes la inteligencia
se consideraba igual al C.I.; ahora no.
Para el desarrollo cognitivo se necesitan unas estrategias
que se han dado en llamar estrategias cognitivas o herramientas del
pensamiento. Son antiguas: ya se utilizaban en Grecia y Roma. Podemos comprobar
un ejemplo en el Eutifron de Platón. Trata el filósofo del problema de la
piedad. Sócrates piensa sobre la piedad y sobre cómo pensamos sobre ella. El
Eutifron nos enseña a definir, a dar ejemplos y a hacer inferencias. El
Eutifron es un modelo de pensar y de hacer pensar. Por una parte, nos hace
pensar sobre cuestiones éticas y religiosas. Por otra, nos hace pensar sobre la
lógica con que debe enfocarse el problema anterior. En el Menón, Sócrates
vuelve a hacer indagaciones matemáticas con el mismo sentido: pensar y hacer
pensar.